DÍA 3 – Seúl

Hoy exploramos a fondo la capital. Visitaremos el palacio Gyeongbokgung, donde cada rincón nos traslada al pasado imperial coreano. Pasearemos por Bukchon Hanok Village, un encantador barrio de casas tradicionales que parece detenido en el tiempo.
Nos perderemos en Insadong, calle de artistas y artesanos, y probaremos algunos de los sabores más famosos del street food coreano en el mercado de Gwangjang.
Terminamos el día contemplando la ciudad desde lo alto: Seúl de noche brilla como pocas ciudades en el mundo.

DÍA 5 – Parque Nacional de Seoraksan

Día completo en uno de los paisajes más impresionantes del país. Caminaremos entre montañas, bosques y formaciones rocosas. Quienes lo deseen, podrán subir en teleférico para disfrutar de vistas espectaculares.
Visitaremos templos como Sinheungsa, escondido entre árboles y niebla, y sentiremos la serenidad de este entorno tan espiritual.
En otoño, los colores del bosque se tiñen de rojo, naranja y dorado: una auténtica explosión visual.

DÍA 6 – Sokcho a Daegu

Cruzamos el país de este a oeste para llegar a Daegu, ciudad vibrante pero menos turística. Una joya oculta del sur.
Por la tarde pasearemos por el mercado Seomun, repleto de sabores, telas, remedios tradicionales y vida local. Daegu es una Corea más cotidiana, y por eso, más auténtica.
Nos dejaremos llevar por el ambiente, sin prisas, como hacen quienes saben saborear cada destino.

DÍA 7 – Daegu a Gyeongju

DÍA 9 – Gyeongju a Busan

Viajamos hacia Jeonju, una de las ciudades más queridas por los coreanos. Aquí nació el bibimbap y se conserva uno de los barrios hanok más bonitos del país.
Dormiremos en una casa tradicional coreana, entre papel de arroz, madera y silencio.
Un lugar para reconectar con lo esencial y vivir una noche diferente.

Por la mañana, tendremos tiempo para explorar Jeonju a nuestro ritmo: visitar alguna casa de té, callejear entre tiendas artesanas o simplemente sentarnos a observar la vida pasar.
Después regresamos a Seúl, donde pasaremos los últimos días de nuestro viaje. Ya conocemos la ciudad, pero esta vez la veremos con otros ojos.

Día de emociones intensas. Visitamos la Zona Desmilitarizada (DMZ), frontera entre las dos Coreas. Un lugar lleno de historia, tensión y simbolismo.
Entraremos en túneles excavados por Corea del Norte, visitaremos observatorios y aprenderemos más sobre este conflicto congelado en el tiempo.
Una experiencia que no se olvida. Por la tarde, regresamos a Seúl con el alma un poco más consciente.

Último día completo en la capital. Tiempo libre para compras, visitas personales, repetir aquel barrio que nos encantó, o simplemente dejarnos llevar.
Nos despedimos a nuestro ritmo de esta ciudad que nos ha acogido con fuerza y dulzura a partes iguales.

Llega el momento de regresar. Volamos con la maleta llena de recuerdos y el corazón cargado de momentos vividos intensamente.
Un viaje profundo, completo, lleno de contrastes y belleza.